Misioneros Claretianos realizaron Ejercicios Espirituales en Córdoba

En la semana desde el 11 al 15 de julio se realizaron los ejercicios espirituales de nuestra provincia en la casa de retiros de las Esclavas del Sagrado Corazón en la Villa Allende, Córdoba.

En esta oportunidad contamos con la compañía del misionero Claretiano Julio Rosso venido desde el centro de espiritualidad de Bogotá en Colombia, quien predicó sobre la exhortación post sinodal Querida Amazonia y nuestro documento post capitular Querida Congregación, por lo que trató los “sueños” presentes en estos dos importantes documentos. De Querida Amazonía los Sueños Social, Cultural, Ecológico y Eclesial; mientras que los Sueños Congregacionales se trataron de estar Arraigados en Jesús y en La Palabra, comunidades configuradas para la misión con la juventud y en las periferias, Una Congregación Misionera, Abierta, Diversa y Comprometida y una formación inicial y continuada para la misión universal. A partir de sus exposiciones, los Misioneros se dedicaron a la meditación y oración en un ambiente tranquilidad y silencio.

Cada mañana iniciaba con una oración comunitaria, seguida por el desayuno, para dar paso a la primera charla, tras lo cual se daba tiempo para la meditación personal hasta el medio día en que se celebraba un momento mariano.

Cada tarde se celebraron las Eucaristías presididas por el Padre Mario Gutiérrez, provincial de San José del Sur, Padre Francisco San Martin del Noviciado de Micla, Padre Joaquín Medina, representando a Europa, Padre Siby Thomas junto a Joseph Soren representando a Asia y Eleuthere Katuka representando a África, significando en esto la riqueza y diversidad de nacionales presentes en nuestra provincia.

Tan importante como lo anterior, fue la oportunidad del encuentro entre los diferentes hermanos venidos fundamentalmente desde nuestras posiciones en Argentina, y que tras dos años de restricciones debido a la pandemia del Covid, se volvieron a encontrar y compartir. Ciertamente estas oportunidades son verdaderos regalos de Dios para fortalecer la fraternidad, crecer en comunidad y construir provincia. Los almuerzos y la sobremesa tras la cena se convirtieron en espacios de conversaciones, bromas y miradas para reconocer a los hermanos que hace mucho no se veían.

Que Dios y nuestra madre en su materno corazón hagan fecundos estos ejercicios para el bien de los misioneros y de tantos hombres y mujeres que comparten el carisma, para ser una congregación que se proyecta en salida al encuentro de todas aquellas periferias existenciales presentes en nuestro mundo del siglo XXI.

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